El cineasta Bernardo Moll, fue un apasionado del cine y de la vida. Por eso, cuando nació su hijo Jan, decidió coger la cámara para contar su historia y hacer una película. Una historia que, como alguien bien dijo, deberían ver todos los padres y madres del mundo. El y su mujer, la actriz Mónica Vic, quisieron regalarnos un poema narrativo y visual que estallaba como un vendaval de alegría a través de la pantalla.
“La historia de Jan”, es un proceso intimo de superación, lucha y coraje en torno a la figura de su hijo Jan en sus primeros años de vida. Esta cinta, la cual empezó buscando financiación por el método del crowdfunding y que terminó coproduciendo Enrique Cerezo fue nominada entre otros a los premios Forqué y a los del circulo de escritores cinematográficos. En ella, tanto Bernardo como su mujer, reivindicaron la más elevada condición humana y nos hicieron un poco mejor a todos los demás, demostrando que lo inesperado, es muchas veces, el origen de lo más preciado.
Incansable en su lucha contra la incertidumbre de nuestra profesión, Bernardo había trabajado en varias producciones cinematográficas y teatrales, además de colaborar como editor en algunos de los canales de Youtube más conocidos. Tenía un don para el montaje y una profunda capacidad para narrar historias. Su vida, fue una serie de diagnósticos inesperados a los que se enfrentaba con una energía y optimismo indescriptibles. Su huella creativa, quedó grabada en cinco películas y hasta en una veintena de cortometrajes. Tenía nuevas ideas y quería llevar a cabo segundas partes, porque a pesar de su enfermedad, nunca quiso parar.
Editó animación e imagen real. Teatro y entretenimiento. Cine y Televisión. Creó durante la pandemia y junto a su mujer la serie “Sola”, cuando Mónica tuvo que confinarse en el estado de alarma al dar positivo.
Quienes le conocimos y tuvimos el privilegio de compartir con él tantas cosas, quedamos huérfanos de su inmensa bondad y de su contrastado talento. Bernardo, fue uno de esos profesionales del audiovisual que dignificó con su trabajó nuestra compleja industria y que ayudó a muchos de nuestros compañeros a mejorar sus obras aportando una visión y una perspectiva siempre eficaz, original y necesaria. Una persona comprometida y honesta, que disfrutó del proceso creativo en cada uno de sus proyectos y que siempre se volcó con los artistas que le rodearon y que le buscaron.
Nos deja un legado imborrable, una familia admirable y una huella imparable.
Desde aquí, queremos recordarle con la alegría de la que siempre hizo gala, disfrutando de sus recuerdos, haciéndonos dignos de su ejemplo y homenajeando a una persona que fue especial hasta para irse.
Nos deja además, su obra. Una creación tan valiosa, que es y será siempre, infinitamente más grande que su ausencia.
Gracias Bernardo.