Producción de cine
Entrevista a Maria Zaragoza, guionista del corto nominado a los Premios Goya CUENTAS DIVINAS
Con motivo de la nominación a CUENTAS DIVINAS a los Premios Goya 2024 en la categoría de “Mejor Cortometraje de Ficción” entrevistamos a su guionista, Maria Zaragoza. Un cortometraje dirigido por Eulàlia Ramón y protagonizado por Celia Freijeiro que tras ser estrenado en la Gala de Clausura del Festival de Sitges de 2022 no ha dejado de acaparar premios en festivales nacionales e internacionales.
CUENTAS DIVINAS cuenta la historia de Mónica, una mujer normal con una vida normal que sin embargo, un buen día, por un detalle sin importancia mata a su marido descubriendo así el crimen como sustituto de los ansiolíticos. ¿Cuál es el subtexto? ¿Qué mensaje quieres trasladar al espectador?
Cuentas divinas habla de muchos de los males de nuestra sociedad burguesa. El primero y, quizá más importante, la ansiedad. Los otros están asociados a este: las redes sociales están diseñadas para generar envidia y para crear y controlar modos de vida «ideales»; ya no es tan importante lo que producimos como el producto que podemos ser nosotros mismos, lo que obliga a vender cosas que causan satisfacción, como la propia intimidad; el pánico a no ser lo que se debe se multiplica, porque cualquier error puede quedar reflejado en la red para siempre… Estos son algunos ejemplos.
Si eres mujer, suelen multiplicarse porque se exige más de nosotras y, además, se nos ha convencido de que hemos conseguido logros sociales que todavía no se han alcanzado o, como mucho, están en pañales. El sistema patriarcal siempre encuentra los huecos para aprovecharse de estas cosas, a veces incluso usando la máscara de «aliado» de la causa.
El cortometraje ha recibido más de 20 premios en festivales nacionales e internacionales y muchos de estos galardones han sido “Premios del público” ¿Por qué crees que el espectador conecta tanto con tu historia?
Siempre he pensado que el humor hace más digeribles las cosas complicadas de tragar, sobre todo las que tienen que ver con la autocrítica. Este corto es muy autocrítico con la sociedad neoliberal en la que nos movemos y que tiene unos sistemas de control tan sutiles que todos, tarde o temprano, caemos en ellos.
Cuentas divinas proporciona una oportunidad de reírse de las veces en las que hemos caído. Todo el mundo agradece la oportunidad de tener una licencia para reír lo que podría dar ganas de llorar en otras circunstancias. En especial, creo que ahora mismo es de agradecer que se pueda uno reír con cierto gamberrismo y con cierta mala leche.
Es tu primer trabajo cinematográfico después de haber desarrollado una interesante carrera como escritora de novelas ¿Cómo abordaste el desafío de contar una historia significativa en un formato más corto?
En realidad ya había escrito algún guion antes porque el cine es una de mis principales pasiones desde niña, pero no había llegado a ninguna parte por diversas circunstancias que no merece la pena relatar, aunque muchas están asociadas a mi propia cobardía. Cuentas divinas acabó en manos de Eulàlia Ramon porque para mí ella es un lugar seguro y una amiga de confianza a la que admiro. Supongo que escribir un cortometraje no se diferencia mucho a grandes rasgos de escribir un microrrelato, porque tienes que ser eficaz, minimalista y decir todo con muy poco en un espacio reducidísimo.
Una película se parecería a un relato, y una serie a una novela en lo que a narrativa se refiere. Eso sí, el audiovisual es un lenguaje absolutamente distinto que hay que comprender para que nada quede subrayado en exceso. El texto juega con la imaginación del lector usando una serie de elementos que necesariamente no pueden ser los mismos cuando los ojos están viendo una imagen. La imagen siempre tiene un impacto más directo, y es algo a tener en cuenta siempre.
La idea surge una noche, soñando ¿verdad? Pero luego hay que escribirlo, darle forma, y este es un blog sobre producción audiovisual. Explícanos por favor cómo se escribe un corto nominado a los Goya. ¿Cómo fue el proceso?
¡No sé cómo se escribe un corto nominado a los Goya porque no he terminado de procesar que estemos ahí! Puedo dar unas pinceladas, eso sí. Es cierto que lo soñé, pero el texto surge de la observación prepandémica —en una época en la que se dio mucha publicidad al poliamor— de que muchos señores de mediana edad veían en ello la panacea para su aburrimiento conyugal o para colocar en casa a la amante.
En realidad eso que ellos veían no era poliamor, sino extender sus privilegios heteropatriarcales a más de una mujer. Luego llegó la pandemia, y esos matrimonios en crisis se vieron obligados a convivir; era imposible no imaginarse posibles crímenes para ordenar lo soñado de una manera lógica. Se lo mandé a Eulàlia —de la que soy amiga hace años y con la que había recuperado una relación fluida a raíz de la pandemia— durante Filomena, con la idea de que ella lo interpretase.
Lo que yo no sabía era que el texto iba a zarandear a la grandísima directora que llevaba dentro y que ahora mismo todo el mundo puede comprobar que es. Ya me devolvió todo con notas, código de colores, referencias estéticas… y Celia. Vio a Celia Freijeiro desde el minuto uno. Fue ella misma la que se lo pasó a Anna Saura, que no dudó en producirlo. Así se formó este equipo que, estoy segura, tendrá mucho más recorrido.
Por cierto, con una nominación a los Goya bajo el brazo ¿Te apetece volver a escribir para cine o vas a seguir centrada en tus novelas? ¿Qué es lo siguiente? ¿Y dar el salto al largo?
Soy una persona muy inquieta y me aburro con facilidad si no estoy haciendo cosas muy distintas al mismo tiempo. Voy a seguir con la narrativa, por supuesto, estoy escribiendo novela ahora mismo, pero también acabo de sacar un libro de relatos, El infierno es una chica adolescente, algunos de los cuales querría adaptar a guion de largometraje.
Tengo algún guion de largo que tengo que pulir, alguna obra de teatro, y también hay otros cortometrajes en camino. El más inmediato, el próximo dirigido por Eulàlia Ramon y que creo que va a consolidar nuestro género propio.